lunes, 23 de noviembre de 2015

El ladrón de sueños.

Sentado cerca de la cabecera de la cama tenía la vista clavada en ella. Era una mirada perdida, ausente. Una mirada que indicaba que él ya no se encontraba allí. Había partido tiempo atrás, dejando  vigilante la carcasa vacía que era su cuerpo. Ella, sin saberlo, le había llamado en el momento justo en el que entró por la puerta de casa y en su cabeza empezó a gestarse una idea, un sueño.

Aquella tarde recibió una llamada de teléfono en su oficina. Una voz, desde el otro lado del auricular, le ofreció la oportunidad que llevaba toda su vida buscando. No se lo pensó, dijo SÍ. Esa misma tarde dejó su trabajo, hizo una llamadas, compró un billete de avión, preparó el equipaje -un equipaje sencillo ya que no le hacía falta más-,  llamó a su casero para cancelar el alquiler del piso donde vivía, tomó una cena ligera, puso la alarma con tiempo para llegar sin prisas al aeropuerto, se metió en la cama y comenzó a soñar.

Su cara reflejaba felicidad. En su sueño no se dio cuenta de que había alguien más. Alguien más que se preocupaba porque siguiese soñando, que vigilaba su felicidad. Alguien que la vigilaba mientras jugaba en su cabeza con las agujas del reloj.

Se despertó con tiempo de sobra, respiró profundamente y saboreó el último café de su vieja vida. Cerró las puertas de la casa, entregó las llaves de la vivienda a su casero, llamó a un taxi que la llevó al aeropuerto con tiempo de sobra para despedirse de aquella ciudad que la había tenido atrapada tanto tiempo.

Llegó la hora, abrieron las puertas de embarque, sujetó con fuerza su billete pegado a su corazón y respiró profundamente. Su cara era un mar de felicidad.

Entregó el billete en la consigna de facturación y una amable señorita, muy amablemente, le comunicó que se había confundido, que su vuelo había salido el día anterior. Pidió que lo volvieran a comprobar, lloró cuando le confirmaron que así era, que había llegado un día tarde.

No entendía nada.

Su vida acababa de dar un giro de 360º y se encontraba en el mismo punto en el que estaba un año atrás, cuando perdió el avión que la llevaba al lugar donde se cumplirían sus sueños.

martes, 10 de noviembre de 2015

El hombre del palo (27/03/2013)

Erase una vez que se era un hombre con un palo de madera.
Al palo lo llamaba vara y, con la vara, daba que daba.
Daba a hombres y a mujeres; daba pena, pana y palo;
daba a ‘os curas’ y a escondidas, daba siempre en zapatillas.
Con el palo daba vara y por vara metía palo
y, metiendo lo metido, te sacaba lo enchufado.
“Que te enchufo, que te enchufo” “Y ¿qué me vas enchufar?”
“Una chufa con un chuzo por delante y por detrás”
Así andaba el hombre del palo hasta que se enamoró
pero vara tenía la moza y vara que le metió.
(para Maribel)

viernes, 6 de noviembre de 2015

Muro

Dibujó una pared, se pintó de ladrillo y se colocó tapando el agujero que había hecho en el muro

lunes, 19 de octubre de 2015

Susurro (27/05/2014)

Me despierto y te susurro cuando me acuesto envuelto en el manto que la luna le tiende a tu mirar.
Me acurruco en tus pestañas y cuento las estrellas que se quedan atrapadas en tus ojos.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Flores de cierto pelo.

Vuelvo al hogar que me vio nacer. El hijo pródigo vuelve a casa tras un largo periplo cargado de aventuras en el que ha desempeñado todo tipo de trabajos. Trabajos que le llevaron a ser desde un psicópata asesino a un simple barrendero que curaba la resaca de la ciudad, su ciudad.

Vuelvo a escribir donde comencé. Un renacimiento, dicen; yo lo llamo reescritura. Vuelvo a mis orígenes para que nadie se lucre bajo el turbio manto de las opciones "free".

Vuelvo con una maleta vacía que busca ser escrita y una mochila cargada de vivencias que os iré relatando. Vuelvo con la cabeza amueblada de sueños que escaparon del trastero dejando atrás un lamento "nunca volveré a ser como antes". Nunca es mucho tiempo, les dije. Jamás es más tiempo, me contestaron. Y ocuparon cada rincón de mi cabeza dejando hueco a las ideas que les convertirían en parte de lo real.

Vuelvo a casa porque "casa" nunca se fue de mí. Vuelvo y traigo "Flores de cierto pelo".