domingo, 4 de septiembre de 2016

Echo de menos

Esta historia la escribo basándome en la historia escrita por mi amigo Nico, la cual puedes leer en su blog Sin Latidos

Echo de menos sentarme a charlar de cosas intrascendentes con mis amigos.
Echo de menos aquella guitarra que tanta compañía me hacía en los momentos de soledad.
Echo de menos cantar porque sí, saltar sin necesitar un porqué, pasear bajo la luz de la noche.
Echo de menos empezar de nuevo
Echo de menos las historias que nos contábamos cuando éramos niños, aquellas historias sin final, o con un final que cambiaba según nuestras necesidades.
Echo de menos el tiempo; las horas, los minutos y cada segundo que se perdieron sin necesidad
Echo de menos el futuro que soñamos.
Echo de menos mirar al cielo, soñar despierto, dormir de día y correr al viento.
Echo de menos el las cosas sin tener por qué
Echo de menos meter los pies en la arena, caminar por la orilla mar adentro y sumergirme en el agua hasta que mis pulmones dejasen de respirar para poder entrar en ese otro reino al que solo se accede a través de la inconsciencia.
Echo de menos respirar.
Echo de menos el sentirme seguro y protegido en los brazos de mi madre.
Echo de menos el amor que se profesaban mis padres.
Echo de menos las caricias de mi madre que se transformaron en golpes que marcaron mi cuerpo.
Echo de menos mi último aliento perdido entre las hebras del cojín.
Echo de menos el amor de mi madre antes de apoyar sus manos con fuerza en el cojín que robaba mi aliento.
Echo de menos el haber sido niño
Y echo de menos el no haber vivido lo suficiente para crecer.

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